Sumar capacidades para impulsar la trasferencia tecnológica

Mantener una relación cercana entre los diferentes agentes del sistema de I+D+i es de gran importancia para impulsar la transferencia tecnológica y generar valor en la comunidad. Una mayor apuesta por la investigación en la región y su transferencia al sector productivo es la base para desarrollar una sociedad innovadora y que pueda enfrentarse a los retos del futuro. Para ello, la colaboración entre los centros de investigación y los centros tecnológicos se antoja esencial. No debemos vernos como competidores, sino como partes complementarias de un sistema complejo.

Muchas veces, el nuevo conocimiento que surge de los centros de investigación viene derivado de proyectos de ciencia básica, en los que prima la generación de conocimiento frente a su adaptabilidad. Para que este conocimiento llegue al mercado en forma de nuevos productos y servicios innovadores, es necesario que se lleve a cabo un proceso sistemático de maduración, medido mediante lo que se denomina niveles TRL (Technology Readiness Level), en los que se evalúa cómo el nuevo conocimiento se va aproximando al mercado y resuelve alguna necesidad existente. En ocasiones, las capacidades con las que cuentan los centros de investigación no son las más adecuadas para incrementar los niveles de madurez tecnológica de un proyecto. Es aquí donde los centros tecnológicos tienen un papel de gran relevancia para que la investigación se convierta en innovación.

En este sentido, las pruebas de concepto que se llevan a cabo en los centros de investigación, esenciales para confirmar la posible aplicación del nuevo conocimiento en la implementación de un producto o servicio, deben involucrar agentes que estén acostumbrados al desarrollo de productos, que sean cercanos al mercado y que entiendan el lenguaje de las empresas. Los centros tecnológicos actúan como socios estratégicos del tejido industrial y constituyen un enlace eficaz de apoyo a la I+D+i dirigido al sector productivo. Son un puente entre los centros de investigación, la universidad y las empresas.

En Cantabria tenemos la suerte de contar con el Centro Tecnológico CTC, el único de la comunidad. Su presencia y desempeño permite establecer esa colaboración para llevar determinados desarrollos de innovación más allá del laboratorio e impulsar la transferencia de tecnología, un proceso complejo que requiere de este tipo de interacciones.

Ahí radica esa necesidad de colaboración entre centros de investigación y centros tecnológicos. Tendemos a creer que las soluciones innovadoras se desarrollan de manera sencilla y lineal. No obstante, la realidad nos muestra que es un proceso complejo e iterativo, y que es más práctico y más productivo apoyarse en socios estratégicos que aporten su conocimiento y experiencia, adaptando soluciones que ya funcionan en el sistema y entorno concreto. La suma de capacidades siempre va a generar un aumento del valor de los proyectos.

Al final, la interacción multidireccional entre todos los agentes implicados en la transferencia tecnológica es clave para impulsar la innovación y desarrollar nuevas y valiosas soluciones. La transferencia de tecnología se nutre de la generación de nuevo conocimiento, y cada día es más necesaria para aumentar la competitividad, la riqueza y el desarrollo económico de los países. En este sentido, cuanta más fluida sea esa interacción entre agentes, más facilidad habrá para crear valor en la sociedad.

Luis Miguel Lozano

Director del programa OPENLAB

Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria